Francisco Paletta Merin, 2024.

Transformación y Síntesis

¿Cómo puedo hacer para crear una obra que se empeñe en no ser fotografiada? Es una pregunta que surgió a partir de la lectura de un texto de César Aira: Sobre el arte contemporáneo (2010).

Aira (2010) habla sobre la reproducción en las obras de arte: “La obra de arte siempre llevó implícita su propia reproducción” (p. 2). Sin embargo, esta afirmación simplifica la obra a “algo que se puede reproducir”, pero siento que en la obra entran en juego muchos más aspectos que solo la reproducción, como la percepción y la memoria.

Se podría decir que la fotografía es un ejemplo “perfecto” de reproducción, y creo que nadie podría negarlo. Sin embargo, de igual manera, no se puede fotografiar la memoria o la percepción; no se puede fotografiar un concepto. No alcanza. De esta falta surge una suerte de carrera entre “la obra y la posibilidad técnica de su reproducción” (Aira, 2010, p. 2). Es una carrera en línea recta, hacia adelante, en donde obra y reproducción se encuentran una al lado de la otra. Sin embargo, parece que la obra siempre va un paso adelante, si quiere considerarse “obra de arte”. Debido al perfeccionismo de las técnicas de reproducción, como la fotografía, el artista tiene la tarea de lograr que en su obra se encuentre algo que se escape a esa “técnica perfecta”.

Me parece interesante pensar un poco el motivo que nos lleva a perfeccionar tanto las técnicas o mecanismos. ¿Por qué tendemos a ir hacia algo que está tan alejado de lo que somos como personas? Somos seres imperfectos. Por más que presionemos la barra espaciadora cuantas veces queramos, no se llega a una imagen perfecta, porque siempre hay algo por encima que nos lo recuerda. Esta falta, un concepto muy desarrollado en diversas áreas como la psicología, termina generando una historia distinta a la que la obra puede contar.

En el afán de querer contar esas historias mediante un texto que acompañe a la obra, se termina distanciando una de la otra y se genera un tercer espacio, que es la conjunción de la obra y el texto. Este espacio toma elementos tanto de la obra como del texto, elementos que son únicos y, a la vez, son la falta del otro; algo que quizás deberíamos plantearnos más como humanos.

Entonces surge un interrogante: ¿Cuándo es obra y cuándo es reproducción? Parece difícil de diferenciar. Me parece prudente traer una cita de Aira: “Quizás la obra de arte siempre fue eso, un ente de existencia precaria o ambigua, suspendido entre el antes y el después, subserviente de un guion que oculta como un secreto su belleza y su encanto” (Aira, 2010, p. 3). Este concepto tan ambiguo fue uno de los pilares en los que me basé para la realización de la obra, y sin darme cuenta, me atravesó de una manera profunda.

Hoy en día no hay lugar para las ambigüedades; todo es 0 y 1, blanco o negro, izquierda o derecha. Pero quizás habría que pensar si el ser humano no es ambiguo. Claramente lo es. Las personas estamos llenas de imperfecciones, y son justamente estas imperfecciones las que nos hacen irreproducibles y únicos. Entonces, ¿por qué vamos en una dirección en la cual se busca la perfección en algo que no lo es? Lo veo como algo inhumano. Para esto, el arte funcionó y funciona como un recuerdo de que lo incompleto, imperfecto e irreproducible es parte de lo humano.

Hasta este momento se podría decir que hemos estado hablando de “arte” de manera más general. Pero me gustaría ahondar un poco en el “arte contemporáneo”. Al agregar la palabra “contemporáneo” estamos de alguna forma suprimiendo el tiempo a uno solo, el presente. ¿Cómo hacemos para reproducir el presente?

El arte contemporáneo, al desprenderse del tiempo, nos deja un concepto interesante: el de “lo no hecho”. La obra en sí se podría considerar como hecha, pero si se la considera hecha, quedaría en el pasado, encerrada en el tiempo eterno. “Pero lo hecho sigue y seguirá siendo el soporte necesario de lo no hecho, que se aloja en su materia como un relato secreto. La literatura, o la literatura como yo la entiendo y practico, podría ser el puente de plata tendido entre lo hecho y lo no hecho, que establecen entre sí una misteriosa y sugerente asimetría” (Aira, 2010, p. 5). El concepto de “lo no hecho” en el arte responde casi de manera inmediata a lo hecho, pero lo “hecho” sigue teniendo una falta, algo que no se hizo, y creo que ahí se encuentra la gracia: pensar en lo que no hacemos para llegar a hacer algo. O quizás lo mucho que hacemos para llegar a hacer algo, quién sabe.

Me gustaría hablar un poco también de lo técnico en las “artes contemporáneas”. Se podría decir que, tradicionalmente, se necesitaba perfeccionar la técnica para poder crear una obra “suficiente”. Hoy en día no es así. Lo técnico pasó a segundo plano debido a la expansión y el fácil acceso a la información, algo que en el pasado era para unos pocos, y hoy en día es para grandes cantidades. Sin embargo, debido a que las “artes contemporáneas” son contemporáneas, es complicado quedarse quieto en lo técnico; siempre se está en constante cambio, y si uno no se adapta a los cambios, habría que replantearse si se trata de “arte contemporáneo”.

Para ir terminando, me gustaría hacer un breve repaso de todo lo que viví a la hora de hacer esta obra. En un principio, me encontré con un concepto muy nombrado últimamente: la libertad. Se me dio la libertad de hacer lo que yo quisiera. Qué tarea tan complicada. No tenía de dónde tirar. Contrario a lo que uno podría pensar, las limitaciones, tales como una consigna, terminan ayudando. Pero, ante esta situación, no me quedó otra que buscar en un lugar al que quizás no hubiera pensado en un primer momento: buscar dentro de mí algo de donde tirar. En esa gran aventura sensible, uno puede encontrarse con otra persona que no conocía muy bien, pero que de alguna forma se encontraba ahí, esperando, como un cuadro o escultura de museo, viviendo en el pasado y futuro al mismo tiempo.

A esa “persona” que todos tenemos adentro le gusta salir de vez en cuando, de diversas formas y por diversos medios. Considero que el arte es uno de ellos. Con esta obra pude descubrir un poco a esa persona que tengo dentro, alguien que me va a acompañar durante el resto de mi vida, al igual que esta obra. Por esto mismo, me gustaría poder transmitir la idea de que la pregunta lleva a lugares que quizás no sabíamos que existían. Lugares a los cuales puede ser interesante llegar y que para hacerlo hay que pasar por un proceso.

Ahora me toca agradecerles a ustedes, por prestarme su tiempo, ya sea para leer esto mismo o para presionar todas las teclas del teclado en busca de alguna acción. Espero haber podido dar un lugar a la reflexión, tanto para ustedes como para mí.

Muchas gracias.

Referencias

Aira, C. (2010). Sobre el arte contemporáneo. [Editorial Grijalbo-Mondadori].