Contacto visual con uno mismo (sin espejo)
Ana Paula Chaparro, 2024
Contacto visual con uno mismo (sin espejo)
Para apreciar verdaderamente una obra, es necesario recorrerla y realmente observarla. Este recorrido implica saber que algunas cosas no son fáciles de ver, y que no existe una única verdad oculta tras la apariencia. Nos resulta sencillo valorar lo bello cuando nos enfocamos en su superficie, ignorando cualquier interpretación que podamos hacer de lo que yace detrás. Incluso la representación de la muerte puede ayudarnos a evadir nuestro propio temor si se presenta de manera adornada y apacible. Pero, ¿qué pasaría si te concentraras en mirar más allá, sin limitarte a lo decorativo? ¿Podrías permitirte interpretar lo que ves, haciéndote cargo de las emociones y pensamientos que emergen en vos? ¿Cuánto tardarías en encontrarle un nuevo sentido a la belleza?
Desarrollo técnico, estético y conceptual
La obra presenta una experiencia visual dinámica centrada en un ojo rodeado de una estructura mandálica de cuadrados giratorios, sobre un fondo blanco que deja un rastro con el movimiento. Los patrones geométricos se disponen en una disposición circular y armónica, con variaciones de color y escala que crean una sensación de pulsación y profundidad. Al mover el mouse, la composición sufre una transformación: el fondo cambia a negro, y aparecen múltiples ojos con una apariencia más cruda y realista, que contrastan fuertemente con la estética inicial. Este cambio en la visualidad y la interacción de elementos desafía la percepción del espectador y ofrece una narrativa en la que la “belleza” aparente se ve interrumpida, revelando una dimensión visual menos complaciente y más inquietante.
Desde una perspectiva estética, el uso de figuras geométricas repetitivas y de efectos de rotación evoca un patrón armónico, al tiempo que el contraste entre los ojos estilizados y los más crudos transforma la estética de la obra cuando el usuario interactúa con ella. La transición entre los estados de la obra (fondo blanco a negro, ojo agradable a ojos “feos”) añade un nivel de perturbación, enfatizando el cambio en la percepción y en la “belleza” de lo observado, un elemento fundamental en el contraste visual de la obra.
Conceptualmente, la pieza toma como base ideas de César Aira en su ensayo “Sobre el arte contemporáneo” ([2013], 2016), donde el autor aborda el modo en que las instalaciones contemporáneas escapan a la preproducción técnica y enfatizan la necesidad de la presencia y el recorrido por parte del espectador para captar su significado. Inspirado en esta perspectiva, el código invita al espectador a recorrerla con el movimiento del mouse para revelar otras capas visuales. La obra también es una crítica a la noción del “aura” de Walter Benjamin, reinterpretada por Aira, en la que se cuestiona la idea de una esencia fija o de una verdad única en el arte. Al cambiar el fondo y los ojos, la pieza desafía al espectador a despojarse de esta concepción de “aura” y a encontrar su propia interpretación interna, sugiriendo que el verdadero valor de la obra es lo que esta despierta en cada observador, más que una “verdad” inherente en ella.
Bibliografía
Aira, César. ([2013], 2016). Sobre el arte contemporáneo. En Sobre el arte contemporáneo.
Benjamin, Walter. (1936). La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica.