Ramiro Arambarri, 2022.

Afán simbólico

EEsta obra consiste en una imagen fija de un fragmento del código del programa de la propia obra. El código contiene una indicación al espectador, de que puede girar la imagen. Si el espectador se compromete siguiendo esa indicación, la obra se activará.

Desarrollo técnico, estético y conceptual

En el arte generativo, el código se centra en generar un resultado impresionante para quien mira su ejecución, pero no suele ser leído ni apreciado por lo que es el programa en sí mismo. En el llamado arte software, en cambio, hay una intención de belleza también en la programación. Pero esta belleza queda en ocasiones vedada a los ojos del público. Lo cual hace, como suele ocurrir en el arte contemporáneo, que la distancia entre lo que se puede experimentar sensiblemente mediante la interacción con la obra, y lo que en hay que leer por la pluma de sus autores sea a veces bastante grande.

La obra Afán simbólico ejecuta una imagen de su propio código. El programa y el resultado que genera no se pueden ahora distinguir. Una operación tan simple disuelve la frontera entre el arte software y el arte generativo. Pero esto no es suficiente para que la obra tenga sustancia. Este código es estático. No tendría interés si solamente se generara a sí mismo. Si no diera lugar a nada nuevo, nada que causara una emoción en los espectadores. Al igual que en el arte software puro, el código está muerto si no tiene a un espectador. Toda obra está muerta si no tiene a un espectador. Es cuando un público se implica con lo que la obra tiene para mostrar, que esta brilla, dando paso al fuego, a algo que nadie podía imaginar aunque estuviera implícito en el programa. Porque aunque la obra está desde el principio contenida en el código, somos seres sensibles y necesitamos ver lo que genera.

En cualquier obra de arte interactivo, el espectador interactúa con piezas de código. Sin embargo, esta muestra explícitamente que es el público el que lo pone a funcionar, volviéndose performer de la pieza. Cuando Afán simbólico comienza a ejecutarse es solo eso: código, imagen de sí mismo y de nada más, que bien podría estar diez mil años corriendo sin propósito. Pero todo cambia cuando llega el espectador. Lo que surge entonces es algo que no se podía anticipar, es un fenómeno tan complejo como para tocar sensibilidades, aunque emerja de unas leyes sencillas. En el caso de esta obra, el fenómeno es fascinante porque es caótico como el fuego, aunque está determinado totalmente por el programa y la acción del espectador.

Para que exista una computadora corriendo software, es necesaria una sociedad con todo el dominio científico y matemático que el pensamiento modernista impulsa y abandera. Entre esa pieza de código, y la persona, que, con todas sus contradicciones, se vuelve el eje del pensamiento postmoderno, lo que surge es arte: técnica subordinada a lo sensible, puesta en función del sentimiento, síntesis de la dualidad del ser humano.

Bibliografía

ARNS, Inke. (2005). El código como acto de habla performativo

GALANTER, Philip. (2011). Entre dos fuegos - el arte-ciencia y la guerra entre ciencia y humanidades

AIRA, César. (2013). Sobre el arte contemporáneo